Queridos todos,
Ya estoy de vuelta en la madre patria. Es rico haber regresado, pero les confieso que el corazón se me quedó por aquellas tierras de ensueño, de magia, de amor, de duendes, etc etc etc.
La verdad es que la pasé divinísimo con mis sobrinos, mis hermanas, mi cuñis, su familia; me sentí muy muy querida (y eso es muy importante cuando uno está fuera del terruño).En est
e viaje me pasaron cosas muy divertidas; como, por ejemplo, que me caí un par de veces. en Lofoten..¡pero de fotografía! (ja ja ja). La primera vez fue caminando por la playa cuando ya Anders, Jens y yo íbamos de regreso a la casa luego de recoger berberechos (los que no saben lo que son, son unos moluscos de tamaño mediano de concha blanca muy muy ricos). Venía con la camisa llena de berberechos caminando sobre las algas (la marea estaba en su punto más bajo) cuando me resbalé de lo lindo...pero no se me cayó ni uno solo de los moluscos.
La segunda caída fue un poco más interesante y dolorsa. Fue el último día, cuando subimos a la montaña. En el camino de regreso, con el recipiente lleno a medias de arándanos, el pie derecho se me resbaló y me caí en un hueco (y bueno, a mi metro y medio le pareció el vacío). Quedé aguantándome de los brazos. Como pude, me impulsé hacia arriba y acababa de sentarme cuando llegó Snorre (mi cuñis) que traía a Lars sobre los hombros y se resbal{o también; pero el quedó como si se estuviera amarrando los zapatos y tuviera la pierna sobre una silla (la diferencia de altura). Terminé de bajar con mucho cuidado porque el dolor en la rodilla era bastante intenso.
Lo triste (o bueno) del asunto es que nadie me tomó fotos caída en el hueco y, entonces, no se pudo registrar el momento. Ah, pero al igual que con los berberechos, esta vez tampoco dejé caer ningún arándano. (Primero muerta que botar la merienda).
Ese día (el 30 de agosto) nos veníamos Isis y yo de regreso a Oslo...en tren...con el perolero. (La verdad es que nos faltaron pilas para retratarnos con los morrales, la maleta, la lonchera...las propias locas).
Los viajes en tren fueron laaaaaaargos (18 horas)....pero muy ricos, al menos para mí. Los paisajes son espctaculares y dormir es difícil cuando la vista está distraída; pero Isis se las arregló siempre para apagarme el show (cerrando las cortinas) y obligándome a descansar la vista (cosa que le agradezco).
En el viaje de regreso, dormimos en el tren de Bodø a Trondhaim. En Trondhaim, conocimos la catedral, Nidaros, donde se han coronado todos los reyes noruegos, visitamos el museo militar, la casa del arzobispado y vimos las joyas de la corona; paseamos por medio de un mercado medieval y caminamos a la orilla del río y por las callecitas del Trondhaim antiguo. Queríamos ir a una fortaleza....pero al ver la pendiente que teníamos que subir, la dimos por vista. En la estación del tren, nos dedicamos a leer las revistas en el kiosco y jugamos cartas mientras esperábamos el tren que nos llevaría a Oslo. Una vez a bordo, como ya nos habíamos leído todos los libros en Lofoten, nos aburrimos un poco luego de que se nos acabara la sesión de "Seinfeld" porque la laptop se quedó sin batería (deberían inventar baterías que se recargaran con luz solar; así la laptop no se quedaría sin baterias). Sin embargo, el viaje transcurrió en calma...yo vi los paisajes e Isis se dedicó a transcribir la letra de algunas canciones.
De este largo viaje en tren, tengo algunas foticos del cielo en Bodø, de la feria medieval en Trondhaim y de un arcoiris. Espero que les gusten.
Bueno, les dejo por ahora.
No sé cuándo será la próxima aventura por tierras escandinavas; pero sí les puedo asegurar que ahora en septiembre empieza otra aventura: la de un nuevo año escolar. Los mantendé al tanto.
Un abrazo.